domingo, 24 de febrero de 2008

Serrat y Sabina la cagan

Los dos cantantes que ven en la foto son dos personas que han pasado de tener mi respeto -en lo político- a ganarse mi incredulidad. Ya Sabina me sorprendía hace unas semanas prestándose a la campaña chorra de los socialistas, impulsada por otro ex-comunista (o lo que fuera) como Víctor Manuel, cuya cancioncita, "Defender la alegría", parece creada por Walt Disney para un público infantil con cero sentido de la estética musical. Y, por supuesto, para gente que no se cuestione nada más allá del buen rollito y el marketing de los postmodernos socialistas. Por cierto, no sé qué opinará Mario Benedetti respecto al uso de la letra de su poema para fines de electoralismo vacío con tan cutres resultados...

Sin embargo, ahora, Joaquín Sabina cae todavía más peldaños en su degeneración y tránsito del pseudo-comunismo al oportunismo socialdemócrata poniéndose al lado de las causas más reaccionarias. En esta ocasión, acompañado por su querido amigo y compañero de profesión, Joan Manuel Serrat. Aunque éste se enfrenta a una caída más corta pues, en su caso, nunca se ha ubicado más a la izquierda de la socialdemocracia. Todo lo contrario de Joaquín Sabina quien llegó a hacer canciones "protesta" denunciando las traiciones del PSOE de Felipe González en el caso de la OTAN, por ejemplo, y que fue siempre mucho más crítico con la supuesta izquierda en el poder.

¿Por qué gasto tiempo y esfuerzos en hablar de estos dos artistas? Pues porque estos dos referentes de la izquierda han manchado su nombre firmando una Carta de Apoyo a Alejandro Sanz por su reciente "pleito" con el Gobierno de Venezuela. Una trifulca que tiene más que ver con la inquina que Sanz gasta cada vez que abre la boca para opinar sobre Cuba y Venezuela -para muestra un botón-, y nada que ver con una supuesta censura política de Hugo Chávez hacia Alejandro Sanz. ¡Qué importante se cree el cantante español! Sanz se ganó hace tiempo la animadversión de muchos venezolanos -y no venezolanos-, defensores del proceso bolivariano, por realizar unas declaraciones sobre el carácter antidemocrático del Presidente de Venezuela. Llegó a decir que si se recogieran millones de firmas para que él dejara de cantar, él lo haría (en alusión al referéndum revocatorio que se celebraba por entonces en Venezuela, referéndum que, por cierto, fue posible gracias a las reformas constitucionales impulsadas desde el Gobierno chavista y que ganó, claramente, Hugo Chávez). Parece que Alejandro Sanz es un poco bocazas, a la par que ignorante de lo que pasa realmente en América Latina. Tal vez esté mal asesorado por sus amigos gusanos de Miami o por su representante-ex-ministro-pepetiano-legionario-de-cristo-y-diputado-que-cobra-a-pesar-de-no-ir-al-
Congreso
José María Michavila. Pero no vamos a quitarle mérito a Sanz y a su presunta estulticia así que aceptaremos que tal vez en estos asuntos piense por sí mismo, sin tener ni piiiiip idea, claro. Cabe recordar que las declaraciones de Sanz desataron una campaña para recabar firmas con la finalidad de que el sueño de muchos se logre. Esto es, que Alejandro Sanz deje de hacer gorgoritos.

Personalmente, las tonterías que diga Alejandro Sanz, y toda la gusanera de Miami, me resbalan porque son el discurso lógico de un determinado tipo de personas (o subhumanos, que dirían algunos). Pero lo que pueden opinar personas como Sabina y Serrat, con una trayectoria de compromiso con la izquierda y, sobre todo en el caso de Serrat, con las luchas de los pueblos latinoamericanos, me preocupa. Este tema, además, me enerva porque no puedo concebir que ciertas personas que se declaran de izquierdas puedan realizar un proceso mental que consiste en disociar su pensamiento de la realidad. Es decir, siguiendo un razonamiento de lógica pura: si Serrat y Sabina son de izquierdas, y Chávez lleva a la práctica políticas de izquierdas, entonces Serrat y Sabina apoyan a Chávez. ¡¡Pues no queridos amiguitos!! Resulta que algo se perdió en el camino de la lógica de estos dos artistas... O les pudo el corporativismo del ramo. ¡Qué tristeza comprobar cómo el paso del tiempo atrofia la capacidad cerebral de determinadas personas! Pero bueno, allá cada cual con su conciencia.

Aquí dejo para la posteridad la carta que el Ministro del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, Farruco Sesto (quien condensa en su nombre todo el arte de artistas como la saga de los Farruco y Camilo Sesto), a Joan Manuel Serrat. La carta aporta más datos de cómo se desarrolló el conflicto.




CARTA DEL MINISTRO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA A JOAN MANUEL SERRAT


Querido amigo:

Permíteme que te llame de esa manera porque de verdad lo eres, aunque no lo sepas. Tus canciones, la imagen de tu sencillez y tranquilidad de espíritu, así como la referencia del compromiso tuyo con una visión incluyente del mundo, han sido algo importante en mi vida, como lo ha sido en la vida de muchas personas que me rodean.

Además somos, por así decirlo, de la misma camada. Pues yo nací en octubre y tú en diciembre de 1943. Viejos camaradas a distancia, uno de ellos sin conocer al otro, en una relación asimétrica.

La primera noticia tuya la tuve, creo, a mediados de los sesenta, a través de un disco de 45 revoluciones con canciones en catalán. Me acuerdo todavía de Les Sabates: "Quanta gent que passa amb l'ull sorrut!..Quanta gent l'esperança ha perdut!…". Y luego te fui siguiendo a lo largo de estos cuarenta y tantos años, comprando casi todos los discos que sacabas y asistiendo a tus conciertos. El último fue el que nos ofreciste en Caracas en noviembre pasado, junto a ese otro gran amigo y camarada (aunque él tampoco lo sepa) que se llama Joaquín Sabina. Acudí como un espectador más, entremezclado entre el público al que pertenezco. Aún siendo ministro del poder popular para la cultura, no hice ningún esfuerzo por saludarte ni por hacerme notar. Tampoco estuve en los lugares preferenciales. En ese momento yo era únicamente un espectador agradecido por el hermoso regalo que nos estaban dando Serrat y Sabina. Y lo cierto es que lo disfruté bastante.

Hoy, sin embargo, una piedrecita se me metió en el zapato causándome una molestia que me impulsó a escribir esta carta. Acabo de leer una noticia en un periódico caraqueño con fecha 14 de febrero, en la que se comenta que entre los firmantes de la carta de solidaridad con Alejandro Sanz, aparecen tu nombre y el de Joaquín Sabina.

No me incomoda ni puedo criticar, ciertamente, la solidaridad entre colegas. Es natural y comprensible. Lo que me preocupa es que puedas haber firmado esa carta a la luz (o a la sombra) de la campaña mediática nacional e internacional que, desde hace años, se ha desatado contra nosotros, pueblo y gobierno de Venezuela.

Yo quiero explicarte bien este caso. Por un lado, para que conozcas la verdad. Y por el otro para poder seguir disfrutando de tus canciones sin sentir un mal sabor, una amargura, en el alma. Es por mí, por quien lo hago. Perdóname esa.

Lo primero que debes saber es que el incidente Sanz se produce en un momento en el cuál el Poliedro de Caracas acababa de cambiar de manos. Hasta entonces el Poliedro era una fundación adscrita al Ministerio de la Cultura y en esos días, se había concretado su adscripción al Ministerio de Educación Superior. De manera tal que todo en el Poliedro estaba en revisión profunda para adecuarlo a unas nuevas funciones, analizándose desde su razón de ser, hasta la propia organización gerencial. Ese es un dato importante del asunto.

Fue en esos días cuando, ante la solicitud de una determinada compañía productora de espectáculos, la nueva autoridad decide no darle el visto bueno a la presentación de Alejandro Sanz en el Poliedro.

Debe quedar claro que en ningún momento se censuró su presentación, ni se le impidió presentarse en otro lugar ni, mucho menos, se le negó la entrada a Venezuela. Ningún tipo de prohibiciones. Sólo dificultades para usar un espacio, el Poliedro.

A partir de allí comenzó el tsunami mediático a tergiversar las cosas. A mentir descaradamente, como es su costumbre. Pero eso no es nada para nosotros. Lo vivimos todos los días.

El caso es que muy pocas semanas después se superó el incidente y se autorizó la presentación de Alejandro Sanz en el Poliedro de Caracas. Eso es historia documentada. Pero, en un cierto momento, habiéndose comenzado incluso a vender las entradas, al cantante ya no le pareció interesante o conveniente venir a Venezuela. Desconozco las razones por las que no quiso actuar aquí. Comenzó entonces a improvisar excusas. Dijo que ninguno de los grandes hoteles de Caracas quería darle alojamiento, cosa que de inmediato fue desmentida públicamente por el Meliá Caracas, el Embassy Suites, el Tamanaco y el Eurobuilding. Poco después salió en televisión con una camiseta en inglés insultando soezmente al Presidente Chávez. Y desde este lado para no quedar en desventaja, la Cámara Municipal del Municipio Libertador declaró a Alejandro Sanz persona no grata. Bueno, la vida es así. Donde las dan, las toman.

Y luego, como en un coro bien dirigido, comenzaron a aparecer en todo el mundo las voces contra la censura en Venezuela, involucrando en la crítica al propio Presidente Chávez que, me consta, no tenía arte ni parte.

Hoy mismo salen dos entrevistas a Fito Páez, en su paso por Caracas. En El Nacional dice: "Chávez no tolera la disidencia, es intolerante…Uno tiene derecho a pensar, hacer y decir lo que quiera, mientras eso no afecte a los demás". En El Universal declara: "Chávez debería meterse con gente más pesada, como yo".

Bueno, la verdad, Joan Manuel, es que ni Chávez ni nadie aquí se mete con los intelectuales, ni con los artistas ni con ninguna persona en particular por sus ideas o sus creaciones. Yo no estoy seguro de poder calificar a Venezuela como el país más libre del mundo, pero de lo que, sí, estoy seguro, es que éste es un país tan libre como cualquiera pueda serlo. Y desde luego mucho más, por ejemplo, que los EEUU o que la propia España, donde a cada rato, y tú lo sabes, se cierra o se multa un periódico, se prohíbe un partido o se enjuicia a unos muchachos por quemar una fotografía en público.

Yo puedo jurar y juro, como Ministro del Poder Popular para la Cultura y como ciudadano, que en nuestro país la libertad de creación, de opinión y de información es absoluta, sin otro límite que el de las propias leyes. No conozco aquí, en esta época, ningún ejemplo de censura por parte del Gobierno. Esto es un hecho que cualquier visitante o, incluso, cualquier usuario de internet que no crea en chismes y vaya a las fuentes, puede constatar. Basta con leer los periódicos (para muestra las entrevistas de hoy a Fito Páez, el peso pesado) o sentarse por unos minutos ante un canal de TV tan venenoso como Globovisión.

Y por último ¿sabes una cosa?: si algún funcionario público pudiera cometer un error de ese tipo en algún momento, esa persona no sería precisamente el Presidente Chávez. Nunca él. No va con su naturaleza. A Hugo Chávez, como persona y como político, le gusta jugar limpio y ganar en buena lid. Es fuerte en la batalla de las ideas, sin otorgar concesiones innecesarias a la retórica académica o cortesana, pero dentro de la confrontación no hace trampa, no mueve las fichas, no compra al árbitro, no le amarra las manos ni la boca a nadie. Lo digo con propiedad, porque lo conozco, creo, bastante bien. Y este es otro dato del asunto.

De modo que así están las cosas.

Yo me saqué una piedrecita del zapato escribiendo esta carta y, si no hay novedad, podré seguir escuchando tus discos, queriéndote y admirándote, como siempre lo he hecho. Y lo mismo con Joaquín Sabina.

Vaya un saludo cariñoso para los dos.

Farruco Sesto Ministro del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela.

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