sábado, 30 de agosto de 2008

Reflexiones en torno a Cuba y la democracia


Creo que en más de una ocasión me he referido a cómo la derecha ha llegado a apropiarse de ciertos conceptos (democracia, libertad, solidaridad, etc.) hasta el punto de vaciarlos de contenido y darles una connotación que no tenían en su origen.

En el caso de la democracia observamos cotidianamente cómo se utiliza la palabra democracia como un concepto unívoco que se asocia, además, con un determinado modelo económico, el capitalista. Un sistema económico que es todo menos democrático. ¿Por qué? Pues porque la inequidad y la desigualdad social no pueden constituir nunca los pilares del "gobierno del pueblo", mucho menos si ese modelo económico da como resultado un sistema político que margina a las grandes capas sociales de la toma de decisiones, tanto políticas como, sobre todo, económicas, y cuya marginación política se convierte en una marginación social y económica. Tal y como ilustra el cuadro de la izquierda, bajo el capitalismo existe una pirámide donde la gran masa de trabajadores, campesinos y demás asalariados conforman el grupo de aquellos que ha sido desposeídos de los medios de producción y que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para hacer girar la rueda de la economía capitalista, basada, como todo el mundo debería saber, en la plusvalía, esto es, el porcentaje de trabajo no pagado por el empresario al trabajador. La plusvalía se convierte en el núcleo de los beneficios empresariales. A mayor plusvalía, mayores beneficios empresariales = A mayor explotación, más rico se hace el empresario y más jodido está el que trabaja para él.

Debería aberrarnos la idea de que existan personas que estén por encima de otras por el simple hecho de haber nacido en determinada familia o contar con mayor renta para invertir en montar una empresa o en adquirir mayores bienes. Algunos dirán que es lógico que los más "espabilados" se ubiquen por encima de la "masa" (o chusma, para ellos) pues no es "justo" que alguien que haya estudiado más, se haya esforzado más o haya arriesgado su capital en montar una empresa (que yo sepa lo hacen para multiplicar su capital, no por altruismo social) gane la misma cantidad de dinero que alguien que no ha estudiado, no se ha esforzado suficiente o no cuenta con el dinero suficiente para llegar a final de mes. Siento discrepar de este razonamiento. Me parece que obvia algo muy básico que muchas personas ignoran: en este sistema no todo el mundo parte de la misma línea de salida. Por tanto, no pueden medirse las capacidades en abstracto sin tener en cuenta la ubicación social que el destino nos depara desde que venimos a este mundo. No es lo mismo nacer entre la clase trabajadora inglesa que entre la guatemalteca, de igual modo que no es lo mismo nacer mujer en Afganistán que en Suecia. Ni tampoco es igual nacer en una sociedad de castas como la india que en una sociedad como la cubana.

Digo todo esto porque, aunque parezca que no tiene nada que ver con lo que quiero exponer a continuación, en realidad hay que ir al origen ético del ordenamiento social para entender de qué estamos hablando cuando ponemos etiquetas como "democracia" a lo que hay en España y "dictadura" a lo que hay en Cuba, por sólo mencionar a dos países.

¿Por qué molesta tanto Cuba?

Uno de los apelativos que más se utiliza para categorizar al Estado cubano emanado del proceso social que culminó en la Revolución de 1959 es el de "dictadura". Pero ¿es Cuba realmente una dictadura? ¿En qué nos basamos para decir que un país es una democracia o una dictadura? ¿Existe sólo el modelo capitalista de democracia? ¿Acaso el socialismo no es democrático?

Sin pretender realizar aquí una diserción acerca de lo que es un debate secular en torno a la democracia, quiero dejar claro que una cosa es la DEMOCRACIA BURGUESA y otra la DEMOCRACIA PROLETARIA. En Cuba no hay de lo primero pero sí hay un intento de conseguir lo segundo. Es evidente que el sistema cubano no es perfecto pues ni siquiera ha llegado a ser comunista, va todavía por el socialismo y con bastantes dificultades de carácter interno y externo. Pero desde un punto de vista ético, es una sociedad que se acerca más al ideal de igualdad que cualquier otro país del mundo desarrollado (por no hablar de los países en vías de desarrollo) y, por tanto, es mucho más democrática, justa y digna. Si le preguntáramos a cualquiera de los millones de seres humanos que viven en la pobreza en este planeta si prefiere vivir bajo un sistema como el cubano (donde el Estado te proporciona un techo, te permite formarte académicamente, te garantiza un acceso igualitario al sistema de salud y ve por tu alimentación y la de tus hijos) o bajo una democracia de mercado que no le permite salir de su condición de "paria" social, apuesto lo que sea a que el 95% se quedarían con Cuba. Si alguien no se cree esto le propongo que se pasee por las grandes urbes de América Latina y le plantee al primer señor o señora que se le acerque para pedirle dinero, para limpiar el parabrisas de su coche o con la intención de venderle cualquier cosa para subsistir si es feliz con la "democracia capitalista". O, mejor, no les pregunten, mírenles a los ojos...

El debate de fondo que nos plantea Cuba es hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar ciertas "libertades individuales" en aras de un bienestar colectivo. El problema radica en que en el sistema capitalista no se educa a la gente para que piense en plural sino en singular. A lo sumo le hacen concebir a la familia como el núcleo social pero, más allá de la preocupación por uno y por los suyos, da igual lo que suceda con el resto de la humanidad. Es por ello que la mayoría de la gente criada bajo estos parámetros de atroz individualismo (aun sin saberlo) no pueden entender que una sociedad se ordene en base a otros criterios distintos a los de la "democracia burguesa" (erigida sobre el voto pero sin la voz del pueblo, la tiranía del mercado, la manipulación de las mentes a través de los medios de comunicación y la falsa idea de "tanto vales tanto tienes", entre otras lindezas).

A la gente no le gusta que le amarguen la existencia, no quiere ver la pobreza, no quiere pensar que su bienestar material es posible gracias a que otros están explotados. Muchos quieren creer que los pobres son pobres porque no han trabajado tan duro como ellos o porque no han sido tan "listos" para saberse colocar en la vida. Es por ello que a la gente le molesta que haya sociedades que, con su ejemplo, les restreguen en su cara que hay maneras más justas y equitativas de ordenar la vida social y económica. Cuba, pese a sus indudables errores y carencias, interpela a aquellos que viven cómodos en su burbuja creyendo que viven bbajo un sistema democrático por poder echar un voto en una urna cada cuatro años o elegir entre distintas marcas de leche en el súper. Pero ¿qué pasa cuando echar el voto en una urna no sirve para cambiar las condiciones de vida de la gente? ¿Qué sucede cuando los súpers están atiborrados de comida de todo tipo a unos precios inalcanzables para la gran mayoría de la sociedad? Entonces la palabra democracia se vuelve una burla para los pobres. Muchos sesudos analistas se asombran cuando ven los datos de la encuesta del Latinobarómetro y constatan que muchos latinoamericanos estarían dispuestos a "sacrificar" la "democracia" si esto implicara tener gobiernos que resolvieran las graves desigualdades sociales que los mantienen en la miseria. Estos grandes analistas se convencen del poco "nivel democrático" de los latinoamericanos y de su poco apego a las instituciones "democráticas". Pero si estos analistas fueran tratados como se trata, en general, a los subordinados en estas sociedades y sufrieran lo que ellos padecen cada día, probablemente empezarían a cambiar de perspectiva...

Si entendemos la democracia como la máxima justicia social, entonces, Cuba es la sociedad más democrática del mundo, pese a todo y le pese a quien le pese. ¡Viva Cuba socialista!

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