Este pasado 21 de agosto se cumplieron 68 años del asesinato de León Trotsky a manos de Ramón Mercader, un agente stalinista de la NKVD o GPU (servicios secretos soviéticos, antecedentes del KGB) que, merced a su planeado noviazgo con una persona próxima al círculo de confianza de Trotsky pudo acceder a la fortaleza en la que el revolucionario soviético vivía durante su exilio en México.
El asesinato de Trotsky, fríamente preparado por los servicios de inteligencia soviéticos y por el propio Stalin, fue un intento de acallar a la principal voz revolucionaria de la oposición de izquierdas soviética. Que Mercader le clavara un piolet en el cráneo fue todo un símbolo de ese querer aniquilar al cerebro más lúcido, la cabeza pensante que fue capaz de desmontar la farsa comunista que suponía el stalinismo soviético. Creyeron que matando a Trotsky iban a acabar con el trotskismo pero se equivocaron. Hoy, 68 años después de esa infamia, Trotsky sigue vivo en su pensamiento y continúa siendo un ejemplo ético-político para los revolucionarios del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario