
El último número de la revista viene dedicado, con ilustración de portada incluída, al escritor Gabriel García Márquez. Al hilo de las recientes memorias escritas por el británico Gerald Martin sobre el gran escritor colombiano, el carca mexicano Enrique Krauze se permite hacer una especie de perfil psicológico de García Márquez con el ingenioso título de "Gabriel García Márquez. A la sombra del patriarca" debido a su relación con, para ellos, uno de los principales malos malotes del mundo mundial, el "dictador" Fidel Castro. Esto a pesar de que tres cuartas partes del artículo de Krauze no tratan la relación de Márquez con Castro sino que pretenden dar cuenta de las motivaciones psicológicas -casi de carácter freudiano- que han movido al escritor. La tesis de Krauze viene a ser lo siguiente "García Márquez ha encontrado en Fidel Castro la encarnación de su admirado abuelo y por esa vinculación inconsciente, le perdona todo". Como no podría ser menos, Krauze acusa a García Márquez de complicidad con la "opresión y la dictadura".
Seguramente Krauze esperaría que un autor tan renombrado como García Márquez estuviera por encima del mundo terrenal y se convirtiera en uno de esos "intelectuales apolíticos" que tan admirados son por gente de la ralea de Krauze. Gente que se vende como paladín de la "libertad de pensamiento" pues argumentan que no se casan con nadie aunque, en realidad, esta actitud esconda un alineamiento con las fuerzas sociales más reaccionarias. Aquellos que aborrecen a los mandatarios de izquierda, sobre todo si son latinoamericanos (ya sabemos, son, además, vulgares y probablemente filo-chusma social), pero a los que se les hace el culo pepsi-cola al lado de "gente seria" como Pinochet, Uribe, Calderón, Alan García y demás adalides de la democracia.
A todos esos "intelectuales apolíticos" que son, en realidad, voceros de los intereses del inmovilismo social, va dedicado este poema que me envió un buen amigo y que ahora se me torna muy apropiado.
INTELECTUALES APOLITICOS
Por: OTTO RENE CASTILLO
(Guatemala)
Un día,
los intelectuales
apolíticos
de mi país
serán interrogados
por el hombre
sencillo
de nuestro pueblo.
Se les preguntará,
sobre lo que hicieron
cuandola patria se apagaba
lentamente,
como una hoguera dulce,
pequeña y sola.
No serán interrogados
sobre sus trajes,
ni sobre sus largas
siestas
después de la merienda,
tampoco sobre sus estériles
combates con la nada,
ni sobre su ontológica
manera
de llegar a las monedas.
No se les interrogará
sobre la mitología griega
ni sobre el asco
que sintieron de sí,
cuando alguien, en su fondo,
se disponía a morir cobardemente.
Nadie les preguntará
sobre sus justificaciones
absurdas,
crecidas a la sombra
de una mentira rotunda.
Ese día vendrán
los hombres sencillos.
Los que nunca cupieron
en los libros y versos
de los intelectuales apolíticos,
pero que llegaban todos los días
a dejarles la leche y el pan,
los huevos y las tortillas,
los que les cosían la ropa,
los que les manejaban los carros,
les cuidaban sus perros y jardines,
y trabajaban para ellos,
y preguntarán
¿Qué hicisteis cuando los pobres
sufrían, y se quemaban en ellos,
gravemente, la ternura y la vida?
Intelectuales apolíticos
de mi dulce país,
no podréis responder nada.
Os devorará un buitre de silencio
las entrañas.
Os roerá el alma
vuestra propia miseria.
Y callareis,
avergozados de vosotros.
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