domingo, 28 de diciembre de 2008

La peculiar manera de celebrar las Navidades de Israel


Hoy no me detendré en la actualidad latinoamericana ni española sino que me voy a desplazar un poco más allá en el mapa para hablar de un conflicto que no había tratado hasta la fecha. Por desgracia, las noticias que llegan de Gaza son tan graves que sorprende que el mundo entero no se haya parado, parafraseando a Mafalda, no para intentar bajarse sino para echar al gobierno israelí de él. Pero claro, teniendo a un amigo tan poderoso como los EEUU, y contando con la indulgencia de la Unión Europea, es difícil que a Israel se le llame siquiera la atención por la masacre exponencial que está perpetrando contra los palestinos.

Después de décadas de guerra de baja intensidad, por llamarlo de algún modo, y de falsos intentos por llegar a un acuerdo justo con los sucesivos gobiernos palestinos, el Estado israelí ha decidido soltarse la melena en estas Navidades y celebrarlas a su manera, esto es, matando palestinos como de si de un videojuego se tratara. Nada nuevo bajo el sol. Lo único que sorprende es la cantidad de asesinados y de ataques en tan poco tiempo, por lo demás, no es la primera vez que tropas israelíes disparan y bombardean sobre población civil bajo el tan cacareado argumento de la "lucha contra el terrorismo" o bajo una supuesta defensa de la seguridad nacional israelí (o sea, dicho en castizo, "por sus cojones").

Israel actúa como un señor que pretende apagar un incendio echando gasolina. ¿Si ustedes vieran eso pensarían acaso que el señor en cuestión tiene intención de apagar el fuego? No ¿verdad? También podrían pensar que es algo despistado y que ha confundido el bidón de gasolina con uno de agua pero, a estas alturas del partido, esto ya no se lo cree nadie. Bueno, tan sólo los pro-sionistas, que abundan por el mundo para desgracia de la humanidad, cínicos hasta el extremo y demagogos a ultranza. Aquéllos que, ante cualquier crítica al Estado de Israel, sacan el discurso del antisemitismo de quien critica a un Estado, ojo, que no a una religión ni a un colectivo como es el judío. Porque en este tema, como en muchos otros, se confunden churras con merinas y se acaba llamando a varias cosas por el mismo nombre. Una cosa es ser judío (identidad religiosa) y otra ser israelí (nacionalidad). Se puede ser judío pero no israelí así como se puede ser árabe e israelí. Por cierto, por si alguien todavía tiene dudas, el pueblo judío es un conjunto de personas que se identifica bajo unos ritos religiosos (algunos más practicantes que otros y algunos más fundamentalistas que otros) pero en ningún momento constituye una etnia o raza, si lo prefieren. Y, aunque resulte obvio decirlo, no todos viven en Israel, por tanto, no son israelíes todos los judíos ni judíos todos los israelíes, aunque sí la mayoría.

Todo esto es importante porque debe quedar claro que éste es un ataque del Estado israelí, gobernado por fundamentalistas religiosos, por sionistas que buscan expulsar a los palestinos y quedarse con sus tierras a las que consideran como propias por mandato divino de vaya usted a saber qué dios o qué profeta (considero el mapa adjunto una prueba gráfica de dicha voluntad y de las acciones del Estado israelí en lo que a ocupación de tierras se refiere). Este expansionismo sionista es compartido por muchos israelíes y también por muchos judíos que no son israelíes. De hecho muchos de ellos, especialmente los ultraortodoxos que son los más recalcitrantes, son judíos llegados de terceros países para "repoblar" Israel y, de paso, robarle unos cuantos kilómetros a Palestina que, total, nadie va a protestar. Tan sólo los pobres palestinos que, para su desgracia, son árabes en un mundo donde ser árabe es casi sinónimo de ser terrorista. Así que, Israel a lo suyo y el pueblo palestino, nuevamente, a sufrir e intentar defenderse con piedras, palos y lo que tengan por ahí. Luego si se organizan, se arman y combaten contra la ocupación y la expulsión les llaman terroristas... No hay nada como tener el monopolio de las etiquetas de terrorista en el mundo. Como diría Eduardo Galeano, el mundo patas arriba. Vivir para ver.

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