Si de por sí da asco escuchar o leer, en prácticamente todas sus declaraciones, a la cínica Esperanza Aguirre, cuando estas declaraciones, emitidas desde la mayor vileza y bajeza moral, se refieren a una figura que simboliza la exaltación de la ética revolucionaria como es la de Ernesto Guevara, más conocido como el Che, podrán comprender que el asco se torna en repugnancia absoluta, por no utilizar palabras más fuertes.
Me refiero a las declaraciones que semanas atrás esta “señora” realizó en el marco de una reunión con sus jóvenes cachorros herederos del fascismo español, esto es, las “Nuevas Generaciones” del PP. Ante tan ilustre auditorio retomó una declaraciones ya expresadas tiempo atrás por el mandamás de esos angelitos, de cuyo nombre no me acuerdo, quien soltó por su boquita que el Che era un asesino y se fue a dormir tan pancho. Desde luego, vivimos en un mundo donde mentir, difamar y tergiversar la historia sale muy barato y, lo que es más grave, puede realizarse con total impunidad pues ante la narcotización de las conciencias de la actual sociedad española, cualquier barbaridad que se diga puede pasar por verdad verdadera si “El País”, “El Mundo”, “La Sexta” o cualquier otro medio de desinformación masiva así lo quiere. Véase si no lo que viene sucediendo en todo lo concerniente a la realidad latinoamericana no cara a los intereses de las empresas españolas.
Porque antes de hablar del Che Esperanza Aguirre tendría que lavarse la boca con salfumán para no manchar el nombre de uno de los seres más eximios que ha dado la Historia del siglo XX. Sólo una persona que es incapaz de comprender que existen seres humanos que no se guían por su obtusa visión del mundo (en la que la libertad se reduce a la posibilidad de que ella y los ricos como ella puedan seguir disfrutando de su nivel de vida sin importar el coste social de tal sistema) puede hacer declaraciones semejantes. Y, por desgracia, hay demasiadas Esperanzas Aguirres sobre la faz de la tierra. Por supuesto, con sus distintas gradaciones en cuanto al nivel de insulto e incomprensión hacia la figura del Che (o de cualquier otro revolucionario que quiera acabar con el capitalismo) pero, al fin y al cabo, personas incapaces de entender que haya seres dispuestos a dedicar su tiempo y hasta su vida por lograr sociedades más justas y libres, no con la libertad del mercado sino con la libertad que da vivir con dignidad, sin ser explotado y sin estar sometido a la falsa democracia que proporciona el capitalismo.
Resulta obsceno que alguien que milita en las filas del PP, como todo el mundo sabe partido fundado por Manuel Fraga, ex ministro con Franco que se encargaba de firmar penas de muerte en su ausencia y, por otra parte, partido que a día de hoy no ha condenado todavía el franquismo (lógico pues son sus orgullosos herederos) y que se niega sistemáticamente a que en España se abra un debate sobre el tema, más todavía a que se puedan desenterrar de las fosas comunes a los fusilados y buscar a las decenas de miles de desaparecidos que dejó la dictadura, repito, resulta obsceno que una “señora” que optó por la connivencia política con los que utilizaron el aniquilamiento físico del adversario para tomar el poder se permita dar lecciones de ética a nadie. Mucho menos al Che Guevara. Oír de boca de cualquier militante del PP que el Che era un asesino es tan esperpéntico como que un nazi acusara a los judíos de utilizar cámaras de gas para eliminar a los nazis. Pero, insisto, esto pasa en España, país anormal en palabras de Almudena Grandes y, con toda la razón del mundo. Si España fuera un país normal ya haría tiempo que mucha gente estaría en la cárcel por tener las manos bañadas de sangre, por su complicidad en el expolio a mansalva que se perpetró contra los bienes de los militantes del bando republicano, por su colaboración con el fascismo internacional, por su represión continuada una vez acabada la guerra y por tantas y tantas cosas. Si viviéramos en Alemania Esperanza Aguirre estaría en la cárcel por hacer apología del fascismo pero como en España, más de treinta años después, el franquismo sigue fuerte y la izquierda socialista ya no es izquierda ni es nada (mientras que la comunista se enfrenta cotidianamente a la tarea enorme de luchar contra un hedonismo imperante que aniquila las conciencias) pues así van las cosas.
Por último, recomiendo la última película de Steven Soderbergh sobre el Che protagonizada por un increíblemente parecido Benicio del Toro. A pesar de las críticas políticas que se le puedan hacer a determinadas partes de la película que, según algunos expertos, falsean la participación del Che en algunas ejecuciones que se dieron en el contexto de la lucha guerrillera (ejecuciones que, por otra parte, de haberse producido se enmarcan en la lógica de la lucha guerrillera y la disciplina férrea que ésta precisa para no comprometer la seguridad de sus integrantes, protegerse de los enemigos y poder lograr sus objetivos últimos de toma del poder), el filme constituye 4 horas de argumentos que muestran lo que es el compromiso, la dignidad, la ética, el sacrificio, la generosidad y la grandeza de ese ser humano inmenso. De igual modo, el final nos deja un vacío en el estómago que es símbolo del gigante hueco moral que dejó la muerte del Che Guevara al ser asesinado por los amigos de Esperanza Aguirre. Esos que simbolizan lo mismo en cualquier parte del mundo: la opresión y el sometimiento de los pueblos a los dictados del capital. Igual que había que hacer muchos Vietnam, es perentorio que nazcan muchos Ches para que, de una vez por todas, saquemos del poder a esos que lo utilizan para robar, mentir, oprimir y confundir al pueblo.
¡¡Viva el Che!! ¡¡Viva Cuba libre!! ¡¡Patria o Muerte, Venceremos!!
Me refiero a las declaraciones que semanas atrás esta “señora” realizó en el marco de una reunión con sus jóvenes cachorros herederos del fascismo español, esto es, las “Nuevas Generaciones” del PP. Ante tan ilustre auditorio retomó una declaraciones ya expresadas tiempo atrás por el mandamás de esos angelitos, de cuyo nombre no me acuerdo, quien soltó por su boquita que el Che era un asesino y se fue a dormir tan pancho. Desde luego, vivimos en un mundo donde mentir, difamar y tergiversar la historia sale muy barato y, lo que es más grave, puede realizarse con total impunidad pues ante la narcotización de las conciencias de la actual sociedad española, cualquier barbaridad que se diga puede pasar por verdad verdadera si “El País”, “El Mundo”, “La Sexta” o cualquier otro medio de desinformación masiva así lo quiere. Véase si no lo que viene sucediendo en todo lo concerniente a la realidad latinoamericana no cara a los intereses de las empresas españolas.
Porque antes de hablar del Che Esperanza Aguirre tendría que lavarse la boca con salfumán para no manchar el nombre de uno de los seres más eximios que ha dado la Historia del siglo XX. Sólo una persona que es incapaz de comprender que existen seres humanos que no se guían por su obtusa visión del mundo (en la que la libertad se reduce a la posibilidad de que ella y los ricos como ella puedan seguir disfrutando de su nivel de vida sin importar el coste social de tal sistema) puede hacer declaraciones semejantes. Y, por desgracia, hay demasiadas Esperanzas Aguirres sobre la faz de la tierra. Por supuesto, con sus distintas gradaciones en cuanto al nivel de insulto e incomprensión hacia la figura del Che (o de cualquier otro revolucionario que quiera acabar con el capitalismo) pero, al fin y al cabo, personas incapaces de entender que haya seres dispuestos a dedicar su tiempo y hasta su vida por lograr sociedades más justas y libres, no con la libertad del mercado sino con la libertad que da vivir con dignidad, sin ser explotado y sin estar sometido a la falsa democracia que proporciona el capitalismo.
Resulta obsceno que alguien que milita en las filas del PP, como todo el mundo sabe partido fundado por Manuel Fraga, ex ministro con Franco que se encargaba de firmar penas de muerte en su ausencia y, por otra parte, partido que a día de hoy no ha condenado todavía el franquismo (lógico pues son sus orgullosos herederos) y que se niega sistemáticamente a que en España se abra un debate sobre el tema, más todavía a que se puedan desenterrar de las fosas comunes a los fusilados y buscar a las decenas de miles de desaparecidos que dejó la dictadura, repito, resulta obsceno que una “señora” que optó por la connivencia política con los que utilizaron el aniquilamiento físico del adversario para tomar el poder se permita dar lecciones de ética a nadie. Mucho menos al Che Guevara. Oír de boca de cualquier militante del PP que el Che era un asesino es tan esperpéntico como que un nazi acusara a los judíos de utilizar cámaras de gas para eliminar a los nazis. Pero, insisto, esto pasa en España, país anormal en palabras de Almudena Grandes y, con toda la razón del mundo. Si España fuera un país normal ya haría tiempo que mucha gente estaría en la cárcel por tener las manos bañadas de sangre, por su complicidad en el expolio a mansalva que se perpetró contra los bienes de los militantes del bando republicano, por su colaboración con el fascismo internacional, por su represión continuada una vez acabada la guerra y por tantas y tantas cosas. Si viviéramos en Alemania Esperanza Aguirre estaría en la cárcel por hacer apología del fascismo pero como en España, más de treinta años después, el franquismo sigue fuerte y la izquierda socialista ya no es izquierda ni es nada (mientras que la comunista se enfrenta cotidianamente a la tarea enorme de luchar contra un hedonismo imperante que aniquila las conciencias) pues así van las cosas.
Por último, recomiendo la última película de Steven Soderbergh sobre el Che protagonizada por un increíblemente parecido Benicio del Toro. A pesar de las críticas políticas que se le puedan hacer a determinadas partes de la película que, según algunos expertos, falsean la participación del Che en algunas ejecuciones que se dieron en el contexto de la lucha guerrillera (ejecuciones que, por otra parte, de haberse producido se enmarcan en la lógica de la lucha guerrillera y la disciplina férrea que ésta precisa para no comprometer la seguridad de sus integrantes, protegerse de los enemigos y poder lograr sus objetivos últimos de toma del poder), el filme constituye 4 horas de argumentos que muestran lo que es el compromiso, la dignidad, la ética, el sacrificio, la generosidad y la grandeza de ese ser humano inmenso. De igual modo, el final nos deja un vacío en el estómago que es símbolo del gigante hueco moral que dejó la muerte del Che Guevara al ser asesinado por los amigos de Esperanza Aguirre. Esos que simbolizan lo mismo en cualquier parte del mundo: la opresión y el sometimiento de los pueblos a los dictados del capital. Igual que había que hacer muchos Vietnam, es perentorio que nazcan muchos Ches para que, de una vez por todas, saquemos del poder a esos que lo utilizan para robar, mentir, oprimir y confundir al pueblo.
¡¡Viva el Che!! ¡¡Viva Cuba libre!! ¡¡Patria o Muerte, Venceremos!!
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